Hoy acude a mi mente una de las discusiones mantenida entre colegas de profesión acerca de si la rotura del ligamento cruzado anterior (LCA) era causa de abandono de la práctica del esquí.
En el trascurso de una jornada de esquí, coincidimos varios colegas entre los cuales uno de ellos esquiaba con el LCA roto desde hace años y otro operado del LCA de ambas rodillas.
Teniendo en cuenta las opiniones de los afectados por dicha lesión junto con la experiencia de otros colegas allí presentes, dedicados desde hace años a la reparación quirúrgica de lesiones de rodilla, concluimos que la rotura del LCA no contraindica la práctica del esquí, y que el uso de rodilleras sofisticadas tampoco son imprescindibles.
Analizando la postura típica del esquiador, podemos observar que la rodilla trabaja casi siempre en una posición de semi-flexión, donde la rodilla es más estable. Otra cosa son las caídas con la rodilla descontrolada donde son susceptibles lesiones ligamentosas.
Concluimos que el concepto inestabilidad de rodilla, aparte de las lesiones ligamentarias existentes, tiene otros factores agravantes como son la insuficiencia de musculatura cuadricipital e isquiotibial. También existe un componente individual, observándose pacientes con especial tendencia a la inestabilidad de rodilla por sus características anatómicas.