El auge de las infiltraciones con plasma rico en factores de crecimiento (PRGF), también conocido como plasma rico en plaquetas (PRP) tiene su origen en la versatilidad, eficacia y bioseguridad que estas proteínas con actividad biológica provocan sobre la reparación de tejidos corporales dañados.
Numerosos deportistas de élite han puesto de moda esta terapia para el tratamiento de tendinitis, roturas musculares y lesiones osteocondrales.
Esta técnica se basa en la inyección de una fracción del plasma extraída de la sangre del propio paciente. En concreto la fracción rica en plaquetas.
El fundamento científico de la utilidad del plasma rico en factores de crecimiento, se basa en las propiedades de las proteínas localizadas en el interior de las plaquetas.
Estas proteínas, intervienen en la comunicación intercelular, desencadenando efectos biológicos como la migración celular dirigida (quimiotaxis), angiogénesis, proliferación y diferenciación celular, todos ellos son procesos clave en la regeneración y reparación de los tejidos.
Los principales factores de crecimiento que están directamente involucrados en la reparación de los tejidos son: el factor de crecimiento derivado de las plaquetas (PDGF), el factor de crecimiento transformante tipo B1 (TGF-B1), el factor de crecimiento fibroblástico básico (bFGF), el factor de crecimiento vascular endotelial (VEGF), el factor de crecimiento epidérmico (EGF) y el factor de crecimiento insulínico tipo I (IGF-I).
Cuando se utilizan asociados a la cirugía, provocan una respuesta rápida que acelera la regeneración de los tejidos dañados.
Hoy en día las indicaciones de infiltración con PRP son innumerables. Casi todas las especialidades médico-quirúrgicas utilizan el beneficio de esta técnica para acelerar la recuperación de diferentes tejidos dañados.
En el aparato locomotor se obtienen buenos resultados en tendinitis crónicas, roturas musculares, esguinces crónicos, lesiones localizadas del cartílago articular, defectos de consolidación de las fracturas y también como estímulo reparador en aquellas cirugías sobre tejidos deteriorados o con riesgo de cicatrización de la piel.
El número de infiltraciones sobre una determinada lesión suele limitarse a 2 inyecciones separadas por un periodo de 3 semanas.
Las infiltraciones se realizan con anestesia local de la zona, y las recomendaciones después de una infiltración son la inmovilización temporal de la articulación infiltrada y el reposo de actividades físicas intensas con dicha articulación.
Los posibles efectos adversos de esta técnica, contemplan la infección o reacción inflamatoria local de la zona infiltrada en un porcentaje inferior al 1%. Al ser parte del suero del mismo paciente, no existen reacciones alérgicas de rechazo.