Si los caminos irregulares, con piedras colocadas en el mayor caos posible os hacen polvo las piernas, deberíais seguir alguno de estos consejos.
Primer apunte, caminar en el monte no es igual a caminar en el asfalto. Debemos por tanto prestar un tiempo al aprendizaje.
EL CALZADO
El calzado es fundamental aunque la técnica de apoyo lo es más.
Recomiendo comprar calzado cómodo, del número adecuado para gastar con calcetín de fibra con refuerzos para evitar rozaduras en el pie. Como norma se debe gastar un número más que en zapatos de calle. Tener en cuenta que al bajar cuestas, el dedo gordo quedará aprisionado contra la puntera del zapato y esto suele pasar consecuencias como dejar la uña negra durante meses hasta que sea sustituida por otra nueva. El contrafuerte del zapato o bota de montaña debe ser rígido, si camináis por pistas o terreno sin piedras sueltas, el zapato de montaña será suficiente. En cambio en las rutas con piedras sueltas son más apropiadas las botas con protecciones para los tobillos.
La suela del calzado influye mucho en la comodidad y en la confianza de la pisada. Para mí, la suela ideal es la Vibram, aunque otras como la Sportiva o Lowa también funcionan bien. De mala a muy mala es la Timberland.
LA ADHERENCIA
En el transcurso de una simple ruta de montaña, nos encontraremos con infinitas ocasiones donde el apoyo de nuestros pies no será en una plataforma lisa y nivelada. Los caminos de piedras suelen tener distintas alturas con planos de inclinación anárquicos, es decir pocas veces damos dos pasos iguales.
Esto significa que debemos adaptar nuestro pie al terreno, sabiendo aprovechar todos los recursos del camino para no malgastar fuerzas en pasos gigantes que exijan un gran esfuerzo.
Por ejemplo, una mujer de 1,65 metros de estatura (como la de la foto), se encuentra con una piedra lisa de tamaño importante en medio del camino. La senderista puede optar por dos opciones, salvar la piedra con un gran paso buscando un buen apoyo en la parte superior o dar un paso intermedio más corto pero a expensas de fiarse de la adherencia de sus suelas.
Los principiantes, sin duda elegirán dar el paso largo por miedo a resbalar en caso de poner su pie en adherencia sobre una losa lisa e inclinada. Esta elección conlleva un gasto excesivo de fuerza muscular, provocando el agotamiento a corto plazo.La técnica correcta del caminante de montaña requiere de un aprendizaje basado en la propia experiencia. Lo mismo que un niño aprende a no caerse al experimentar con el terreno por donde se mueve. Así el caminante deberá aprovechar todos los apoyos posibles para ganar experiencia y confianza en el apoyo de sus pies.
Mi recomendación es buscar el límite de la adherencia de las suelas en piedras planas con distintas inclinaciones. Es útil experimentar en sitios sin peligro alguno y cogidos con las manos en algún agarre para tener confianza de no resbalar. Así una vez comprobado el agarre de nuestros pies, podremos ejecutar el mismo apoyo durante los diferentes pasos de un camino agreste.
Paso muy largo con gran esfuerzo muscular. |
Paso corto con apoyo correcto en adherencia. |
EL CENTRO DE GRAVEDAD
Otro mal endémico del principiante en senderismo de montaña es el retrasar excesivamente el centro de gravedad durante las bajadas.
A menudo y debido al miedo por caer hacia adelante, retrasamos nuestro centro de gravedad por detrás de los pies, lo cual hace que resbalemos y caigamos sobre los glúteos (ósea, de culo).
De nuevo la experimentación se hace imprescindible.
Debemos hacer todo lo posible por mantener el peso sobre nuestros pies y confiar de nuevo en el apoyo de los mismos.
He de deciros que es rarísimo que os caigáis hacia adelante en una bajada.
Centro de gravedad adecuado en una bajada. |
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